El código ético en la profesión inmobiliaria supone asumir un compromiso con los consumidores, clientes y otros agentes inmobiliarios, para resolver conflictos y dotar de seguridad, tranquilidad y confianza a quienes quieren comprar o vender su vivienda.
Fernando García Erviti, director de CRS Internacional y persona clave en la profesionalización del sector inmobiliario español, imparte en Sevilla para las agencias inmobiliarias de Alianza, el curso de código ético Realtor que permite a los agentes inmobiliarios pertenecer a Spanish International Realty Alliance (SIRA).
¿Qué es la ética?
Una acepción se relaciona con la filosofía, el comportamiento humano, que no debe confundirse con la moral y las costumbres.
En el contexto de un colectivo profesional, es un conjunto de normas definidas, generalmente aceptadas por los miembros, que se comprometen a cumplir de forma voluntaria.
En los Realtors (agentes inmobiliarios de Estados Unidos), es un código ético que lleva cumpliéndose desde hace más de 100 años, con normas fundamentadas en 17 artículos (Código Ético SIRA, -PDF-), que sirve como directriz de actuación (qué está bien y qué está mal) y para sancionar por los incumplimientos de las normas y las malas prácticas.
La sanción puede ser una advertencia y, en algunos casos, puede llegar a la expulsión del colectivo.
El Código supone el compromiso a cumplir las normas básicas.
El código Realtor es breve y conciso, desarrollado con unas normas de comportamiento y con casos explicativos, para que cuando se produzca un conflicto, el Comité de Ética estudie y decida sobre denuncias, con posibles sanciones.
¿Qué compromiso supone para el agente?
El Código Ético se refiere exclusivamente a tu vida como agente inmobiliario, en el ejercicio de tu profesión.
No sustituye a la Ley, añade normas relacionadas en tres categorías:
- Relación con el cliente, con el que existe una relación contractual,
- Relación con el público en general, el consumidor, aunque no sea el cliente,
- Relación con otros agentes inmobiliarios.
Con el cliente se cumple una «promesa de marca«; si el cliente trabaja con un profesional inmobiliario, tiene la seguridad de que se cumplirán las normas establecidas en el Código Ético.
Ese cliente se siente más seguro y tiene medios para reclamar.
Con la comunidad, se expresa una promesa sobre la honestidad de los miembros del colectivo, sea cliente o no.
La ética no se limita a la relación profesional-cliente
Dentro del colectivo, el código establece qué se debe esperar de otro colega de profesión, que es lealtad y anteponer los intereses de su cliente a los propios.
Existe una obligación de cooperar, porque es bueno para el mercado, para el cliente y para la profesión.
Una de las normas es no aceptar encargos para los que no estás preparado o desconoces.
Cuando hay un conflicto entre los intereses del profesional y su cliente, prevalecen los del cliente, de forma auténtica y transparente.
¿En qué mejora el Código Ético a la profesión inmobiliaria?
La imagen de marca del colectivo mejora con la aplicación del código ético.
A la gente de a pie le da seguridad y tranquilidad, saber que hay normas claras que se cumplen.
Se gana en confianza conociendo de antemano lo que está bien y lo que está mal, no basándose en opiniones subjetivas de unos y otros, sino en normas escritas que han sido aceptadas por los miembros del colectivo.
¿En qué beneficia a un comprador o propietario contratar a un asesor inmobiliario que pertenezca a SIRA?
El consumidor gana en Confianza y Tranquilidad, porque conoce cómo debe responder el agente inmobiliario, que a su vez sabe perfectamente lo que está bien y lo que está mal, porque hay normas claras que ha aceptado y se compromete a cumplirlas.
El Código Ético deja los asuntos muy claros en sus artículos.
Hay artículos que son taxativos, «tienes que hacer esto»: si tienes que recomendar un servicio ajeno de una empresa con las que tienes un acuerdo comercial previo que te genera una comisión, tienes que explicárselo claramente al cliente.
Se puede recomendar, pero con transparencia, indicando que hay un interés.
Todas las relaciones en nuestra vida se basan en normas generales de comportamiento. Con el código ético, esas normas son claras y están por escrito, pudiendo recurrir a ellas cuando existe duda o conflicto.
Hay otras cuestiones que dependen de la intención, «no harás tal cosa«; un ejemplo es que, con la intención de ayudar a un propietario vendedor, se establece un precio para la venta que puede ser equivocado. La intención era ayudar, pese al error, no había voluntad de engañar.
Uno se puede equivocar, la intención era adecuada. Lo que no se puede es engañar dando indicaciones erróneas.
Para los consumidores, las operaciones son más sencillas, no se tienen que preocupar porque confían en el buen hacer de sus asesores.
Las relaciones están reguladas, por eso en Estados Unidos, el 85% de las operaciones inmobiliarias se realizan con agentes inmobiliarios. Hay confianza en los agentes y en el colectivo inmobiliario porque saben que, si hay un problema, tienen donde reclamar.
Sin regulación ni código ético, el consumidor se siente indefenso.